Durante nuestra preparación de la Navidad pensé que sería interesante predicar sobre un profeta que anticipó el nacimiento del Mesías.

Miqueas profetizó entre 740 y 687 a. C. y es contemporáneo con Isaías. El autor de este libro ve el avance de los asirios contra el pueblo de Dios. Atestigua la caída de Samaria y el sitio de Jerusalén por Senaquerib en 722. Nació en un pueblo a unos 35 km al Oeste de Jerusalén que era parte del sistema de defensa la ciudad.

El nombre “Miqueas” significa “quién como el Señor (Jehová)” que en cierta manera refleja el contenido de su libro. Dicha frase aparece en 7:18 y continúa con “que perdona los pecados”. Así, este nombre figura en el contenido de su libro.

El libro se divide en tres partes que empiezan con “oíd” o “escuchad”. Cada sección vemos que se pasa del juicio a la esperanza. En cada caso, la esperanza es para un remanente. Las tres secciones son:

1:2-2:11 Oigan, pueblos todos. Escucha, tierra y cuanto hay en ti; sea el Señor Dios testigo contra ustedes, el Señor desde su santo templo.

3:1-12 Oigan ahora, jefes de Jacob y gobernantes de la casa de Israel. ¿No corresponde a ustedes conocer la justicia?

6:1-6 Oigan ahora lo que dice el Señor: “Levántate, litiga con los montes, y oigan las colinas tu voz. Oigan, montes, la acusación del Señor y ustedes, perdurables cimientos de la tierra, porque el Señor tiene litigio contra su pueblo y con Israel entablará juicio.

Estas tres citas indican que el profeta está presentando el caso del Señor contra su pueblo. Es un litigio. Las causas de la acusación son presentadas, hay un juicio y esperanza en el futuro.

En el primer ciclo, el castigo es la destrucción de Israel por Asiria; en el segundo, el cautiverio Babilónico. El castigo en el tercero no es mencionado pero se presenta una amenaza para los que no estén reconciliados con el Señor. Así, en Miqueas hay una secuencia similar a la de Génesis 4-11, donde vemos pecado, juicio y misericordia en dos ciclos: Caín y Abel; Noé y Babel. Una secuencia similar se halla también en Jueces donde la gente peca, Dios envía juicio, la gente se arrepiente, Dios envía a un juez que les libera del enemigo y establece un tiempo de prosperidad.

1.

Pecado

En el primer ciclo se presenta el caso contra las capitales de Israel y Judá. Ellos han abandonado al Señor por ir tras ídolos. La idolatría se encuentra en la codicia (Miqueas 2:2) de la gente (ver Efesios 5:5). Hoy también vivimos en un tiempo de idolatría en el que la gente vive codiciando como un estilo de vida. Toda nuestra celebración de Navidad se está tornando en una fiesta de la codicia. Incluso, el evangelio de la prosperidad nos da licencia de vivir codiciando o idolatrando con la bendición de la iglesia.

Juicio

El juicio en este primer ciclo es violencia y la intolerancia a la verdadera profecía.

‘No profeticen’ y profetizan. Aunque ellos no profeticen acerca de estas cosas, no serán retenidos los reproches. No se dice: “oh casa de Jacob, es impaciente el Espíritu del Señor? ¿Son estas sus obras? ¿No hacen bien mis palabras al que camina rectamente?” (Miqueas 2:6)

Miqueas va en contra de los falsos profetas.

“Si un hombre, andando tras el viento y la falsedad, hablara mentiras, diciendo: ‘Les hablaré del vino y del licor,’ Ese sería el profeta para este pueblo.”

Esto indica que el falso profeta nada más va diciendo lo que la gente quiere escuchar. Por esto tenemos tantos libros de liderazgo y éxito en las librerías hoy. Pero, cuando buscamos comentarios de la Biblia o libros de teología están muy escasos.

Esperanza

El primer ciclo termina con esperanza para el futuro, en contraste con los falsos profetas.

“Ciertamente los reuniré a todos, oh Jacob. Ciertamente recogeré el remanente de Israel. Los agruparé como ovejas en el redil. Como rebaño en medio de su pastizal. Harán estruendo por la multitud de hombres. El que abre subirá delante de ellos. Abrirán brecha, pasarán la puerta y saldrán por ella. Su rey pasará delante de ellos. Y el Señor a su cabeza”, (Miqueas 2:12-13).

Su intención es señalar a Cristo como el que va a reunir su pueblo y ser su líder.

2.

En el segundo ciclo, Miqueas profetiza contra los jefes y gobernantes de Israel y de Judá.

Pecado

El pecado de los jefes o gobernantes es que “arrancan al pueblo la piel de encima”. Esto describe la violencia con la que estaban gobernando o liderando al pueblo.

También incluye a los falsos profetas que “hacen errar a mi pueblo” (Miqueas 3:5). Estos siempre dan buenas noticias, diciendo lo que la gente quiere escuchar. Pero el resultado es que el pueblo anda, aún en el día, en la oscuridad de la noche. Llama adivinos a los falsos profetas que no dicen la respuesta del Señor. Los jefes juzgan por soborno, los sacerdotes enseñan por precio, los profetas adivinan por dinero y como quiera se apoyan diciendo:

“¿No está el Señor en medio de nosotros? No vendrá sobre nosotros mal alguno”, (Miqueas 3:11).

Juicio

El juicio es la destrucción total del pueblo. Las ciudades quedarán en ruinas (Miqueas 3:12).

Salvación o esperanza

A pesar de la maldad del pueblo y de sus jefes (gobernantes, sacerdotes y profetas), el Señor va a reunir un remanente para realizar sus propósitos en “los últimos días”. Aunque todos los pueblos anden en el nombre de sus dioses (Miqueas 4:5) el Señor reunirá a la coja, a la perseguida y al maltratado para hacer una nación fuerte en el monte Sión (Miqueas 4:6-7).

El capítulo 5 describe el gobernante que saldrá de Belén para realizar los propósitos del Señor. Los orígenes de este “son desde los tiempos antiguos, desde los días de la eternidad” (Miqueas 5:2). El Nuevo Testamento identifica a este gobernante como Cristo:

“Y tú, Belén, tierra de Judá, de ningún modo eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un gobernante a mi pueblo Israel”. Entonces, Herodes llamó a los sabios en secreto y de ellos determinó el tiempo exacto en que había aparecido la estrella. Y enviándoles a Belén, dijo, “Vayan y busquen con diligencia al Niño; y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya y lo adore”, (Mateo 2:6-8).

Miqueas dice que “todos los enemigos serán exterminados” (Miqueas 5:9) que es similar a Hebreos 10:29 que dice:

“¿Cuánto mayor castigo piensan ustedes que merecerá el que ha pisoteado bajo sus pies al Hijo de Dios, y ha tenido por inmunda la sangre del pacto por la cual fue santificado, y ha ultrajado al Espíritu de gracia?”.

También indica que reunirá a su pueblo de entre las naciones. Los gentiles también están incluidos en el remanente (Miqueas 5:3, 7 y 8). Este gobernante (Mesías) es la verdadera esperanza para este mundo. Él nos lleva en un nuevo éxodo (Miqueas 7:15, Apocalipsis 15:3-4).

3.

Pecado 

En el tercer ciclo, el litigio va contra todo el pueblo. Dios llama a toda la naturaleza a ser testigo contra su pueblo. Dios les pregunta, “Pueblo mío, ¿qué te he hecho, o en que te he molestado? ¡Respóndeme!”, (Miqueas 6:3). Luego recuerda unos ejemplos de lo que Él hizo por ellos.

Luego viene la pregunta del pueblo:

“¿Con qué me presentaré al Señor y me postraré ante el Dios de lo alto? ¿Me presentaré delante de Él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará el Señor de millares de carneros, de miríadas de ríos de aceite? ¿Ofreceré mi primogénito por mi rebeldía, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?”,  (Miqueas 6:6-7).

Nosotros al no entender las Escrituras muchas veces llegamos a la iglesia buscando agradar a Dios por nosotros mismos. Ignoramos la justicia que Cristo nos dio en la cruz. Dios nos da paz (Romanos 5:1) por medio de Cristo.

“¿Y qué es lo que demanda el Señor de ti. Sino sólo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?”, (Miqueas 6:8).

Juicio

El Señor encuentra a su pueblo haciendo todo lo contrario. Mentiras, engaño, tesoros ganados con pesas engañosas e impiedad. Cuando abandonamos al Señor hacemos cualquier cosa para establecernos por encima de otros. Si no confiamos en Dios nos volvemos egocéntricos, pensando que merecemos lo mejor a costa de todos los demás. El resultado, a final de cuentas, es que no disfrutamos lo que tenemos jamás. Vivimos con miedo cuando no confiamos en Dios. El miedo de perder nuestras posesiones e incluso la vida misma hace que salgamos siempre en busca de nuestro propio beneficio. No podemos ser bondadosos y generosos. Todas nuestras relaciones sociales, de negocios y aún familiares se tornan una búsqueda de nuestro propio beneficio (Miqueas 7:6).

Esperanza

La solución a nuestra autodestrucción es confiar en el Señor.

“Pero yo pondré mis ojos en el Señor, esperaré en el Dios de mi salvación. Mi Dios me oirá”, (Miqueas 7:7).

La esperanza es ofrecida a todas las naciones. No sólo los de la casa de Jacob. Miqueas dice que vendrá el día (7:12) en que gente de todas las naciones vendrá al Señor, “desde Asiria y las ciudades de Egipto hasta el Río (los dos enemigos de Israel), de mar a mar y de monte a monte”, (7:12). Miqueas ve el día en que todos, judíos y gentiles, vendrán al Señor. Esto corresponde a lo que Pablo afirmaba: “para los llamados, tanto judíos como griegos”, (1 Corintios 1:24).

“Así Abraham creyó a Dios y le fue contado como justicia. Por tanto, sepan que los que son de la fe, estos son hijos de Abraham. La Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, anunció de antemano las buenas nuevas a Abraham, diciendo: ‘En ti serán benditas todas las naciones’ Así que, los que son de la fe son bendecidos con Abraham, el creyente”, (Gálatas 3:6-9).

Nuestra única esperanza es en Dios.

“¿Qué Dios hay como Tú, que perdona la iniquidad y pasa por alto la rebeldía del remanente de su heredad? No persistirá en su ira para siempre, porque se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse de nosotros, eliminará nuestras iniquidades. Sí, arrojarás a las profundidades del mar todos nuestros pecados”, (Miqueas 7:18-19).

Y todo esto pasa porque Jesús vino a Belén.

Reflexión

Si no conocemos las Escrituras estamos atrapados en la misma situación que el pueblo a quienes Miqueas estaba hablando. Estamos atrapados buscando nuestros propios deseos y abandonamos a Dios. Los gobernantes y líderes religiosos van a meternos las mismas trampas de siempre. La única solución es conocer bien las Escrituras.


Índice A.T.